El Objetivo









Fecha: 8 de Noviembre de 2059.
Lugar: La Tierra.


Debíamos de partir al alba, sin más demora. Dos Compañías de nuestro mismo Batallón habían tratado de alcanzar el objetivo algunas horas antes, pero su tentativa, desdichadamente, resultó infructuosa. Así, en esta ocasión, fue el propio General en persona quien salió a despedirnos antes de nuestra marcha:

- Sois jóvenes, y soy consciente de ello. Aunque también lo eran vuestros compañeros, los que os precedieron en esta ardua operación… ¡Pero ellos se entregaron con osadía hasta las últimas consecuencias, defendiendo un ideal en el que siempre habían creído! También sé que la formación que habéis recibido no ha sido la más completa, la más acorde con el objetivo que deberéis de cumplir. Aunque para mí la veteranía tampoco ha significado nunca mayor grado. Me consta ante todo que sois soldados de valía, y que estaréis dispuestos a entregaros con arrojo hasta la muerte. No lo espero, lo sé. Las primeras órdenes de esta misión ya debéis de conocerlas; el destino, por ahora, seguirá siendo un alto secreto. Se que os alegrará conocer que el Capitán Sthick será quien os tutele hasta el final. También él os completará los últimos detalles, llegada la hora. ¡Soldados: cumplan con honor su cometido! ¡Flagelo siempre flagela!

Emocionados, coreamos al unísono el saludo a la Compañía del Gran Flagelo Azul, y aguardamos ansiosos el instante preciso en el que Sthick debía de indicarnos el inicio de aquella larga jornada. Nadie hubiera podido cuantificar la adrenalina que debía estar fluyendo es esos instantes con total libertad por mi organismo, pues el corazón parecía querer dinamitarme el pecho en cien mil trocitos minúsculos.

Transcurrieron tres ciclos de tiempo completos, y a una señal de nuestro Capitán, irrumpimos a toda prisa en aquel húmedo y lóbrego pasadizo que parecía no tener fin. A partir de entonces nuestra progresión fue un continuo ascenso por aquella abrupta cima. Fue allí donde muchos de los nuestros empezaron a quedarse rezagados… Para siempre.

No se habían cumplido aún quince ciclos, cuando la luz de aquel insufrible hueco fue abriéndose como el amanecer de un día estival, dándonos paso a una insólita gruta de dimensiones algo más desahogadas. Llegados a este enclave, Sthick dispuso hacer un alto en el camino para pasar a detallarnos la nueva situación:

- Aquí están vuestras últimas órdenes: necesitamos invadir la Zona C. Ese es nuestro objetivo. Y debe ser esta misma noche. Mañana todo esfuerzo será ya en vano. Será suficiente si uno solo de nosotros consigue franquear las cubiertas protectoras de la misma. Si logramos hacerlo podremos considerar esta misión como un completo éxito. De los demás, nunca se sabrá nada: ninguno regresará con vida al campamento base. Los ciclos temporales durante los cuales hemos estado expuestos a esta atmósfera viciada , son suficientes para iniciar la degeneración progresiva de nuestra materia corpórea. Y ya habéis comprobado en muchos de vuestros compañeros que el proceso resulta irreversible ¿Alguien quiere hacerme alguna pregunta?

Nunca el silencio pudo resultar tan lacerante. Entonces el Capitán se puso en pie, y alargando la mano derecha hasta la altura de su frente fue girando la cabeza para saludarnos en grupo por última vez. Después, dispuso que continuáramos con la marcha tras de él.

Y así lo hicimos. Siete unidades de distancia más adelante, logramos distinguir la entrada de la trompa de Falopio derecha de Carol; el óvulo, quedaba poco más allá...





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Aquella insólita gripe de indecible nombre que asoló el planeta a principios del siglo XXI, había hecho estragos entre la población masculina: el 95% de los varones quedó estéril. Así, bajo el auspicio de los gobiernos mundiales, nacieron las figuras de los Inseminadores Sociales, que trabajaban diariamente a destajo para compensar aquella virilidad diezmada. Todo resultó inútil.