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28 enero 2010

Los Casos de Jáimez: Violación










Dedicado a la amiga Arwen,
y a sus palabras encriptadas.











- ¿Y en que paraje dice usted que apareció aquel cadáver desnudo, señor inspector?

- En una de las sierras más emblemáticas de la subbética cordobesa, amigo Calvillo. Precisamente me encontraba allí por azar, asistiendo a las nupcias de un compañero de promoción que tenía promesa de casarse en el santuario de su patrona. Terminada la ceremonia, y cuando ya descendiamos por otra ruta paralela para celebrar el almuerzo en el pueblo, detuve mi coche instintivamente al observar varios vehículos oficiales aparcados en el arcén de la carretera.

- Supongo que era el lugar donde se había cometido el crimen, pero ¿Se evidenciaba el cuerpo desde allí?

- No. Realmente permanecía oculto, agazapado entre unos arbustos de romero y rodeado de chaparros. Fue descubierto casualmente por unos vecinos que preparaban un perol familiar aquel domingo. Por cierto, Calvillo, no dije que el cadáver apareciera desnudo... En realidad éste se encontró semidesnudo, con los pantalones y la ropa interior recogidos a la altura de los tobillos.

- ¡Pobre mujer, que shock debió sufrir su familia! ¡Exigiría la cárcel de por vida para todos esos canallas violadores!

- ¿Por qué ha presupuesto el sexo del difunto? ¿Quién ha mencionado que el cuerpo fuese el de una mujer? Tenga usted paciencia, y no se anticipe como siempre al transcurso lógico de mi historia.

- Perdone, inspector: es que tal como me la venía narrando, he imaginado como se sucedía la escena con todo lujo de detalles...

- Atienda usted Calvillo, y no me interrumpa más de manera tan gratuita. El cadáver, en realidad, pertenecía a un varón: un hombre alto y corpulento, más bien entrado en carnes. Y en lo único que tengo que darle la razón es que todos los indicios que hallamos en un primer reconocimiento visual apuntaban a una posible violación. Además de aparecer desvestido, el cuerpo presentaba evidentes signos inflamatorios y hemorrágicos alrededor del ano, además de un gran hematoma a nivel del escroto. Por otra parte había sufrido una tremenda contusión a la altura del hueso parietal derecho, lo que evidenciaba una fractura abierta en esa misma zona. Pero lo que finalmente iba a resultar más esclarecedor fue la piedra que atesoraba aferrada a su mano izquierda: aún conservaba restos orgánicos sanguinolentos. Ya le digo: todas las primeras pistas apuntaban directamente a un abuso consumado, que supuestamente terminó convertido en un cruel asesinato. Un lamentable final para aquel infortunado hombre, que parecía haber querido defenderse a toda costa.

- Al menos aquellos restos biológicos, los que permanecían adheridos al pedrusco, serían una prueba determinante para demostrar la autoría del homicidio. Se conoce que el infeliz consiguió, en último término, herir a alguno de sus agresores.

- Claro, Calvillo. Y esa fue precisamente la primera conclusión a la que llegamos in situ, sin analíticas de por medio. Pero había algo en aquella estampa campestre que no acababa de convencerme... Algo de aquella escena me resultaba evocadoramente familiar; pero no conseguía determinar que demonios era.

- Un déjà vu en toda regla.

- En cierto modo así fue. Por eso, mientras aguardábamos la llegada del forense y del juez, que andaban practicando las diligencias de un suicidio en una pedanía cercana, continué indagando por mi cuenta. Así descubrí un pequeño reguero de sangre, e interpreté que la víctima llegó a desplazarse unos metros desde el lugar primario de la agresión hasta que finalmente se desplomó en el suelo. Deshice pues aquel hipotético camino, y finalmente mis pesquisas me condujeron hasta el verdadero emplazamiento de los hechos. Y fue allí, a modo de flashback, dónde empecé a vislumbrar la verdad.

- Encontró allí nuevas pruebas inculpatorias.

- Puede decirse que sí, Calvillo, y acabé reconstruyendo el incidente en su totalidad. Pero antes de revelarle la solución del enigma, permítame que le haga una pequeña confidencia...

- Pues usted dirá, Jáimez.

- Cuando acudo como invitado a una boda eclesiástica nunca asisto a la ceremonia en sí. Espero a que los novios suban hasta el altar, después salgo a la calle, busco el bar más cercano, y allí aguardo finalmente, entre cerveza y tapita, a que concluya el rito.

- !Tres cuartos de hora inmejorables!

- Pues bien, justo al lado de aquella ermita, y formando parte del mismo edificio, hay un pequeño local donde sirven los mejores caracoles en salsa de toda la comarca... Un delicioso plato, se lo puedo asegurar. Un poco pasados de pimienta, eso sí, pero realmente exquisitos. Este fue el primer dato que enlacé directamente con aquella extraña muerte. Calculé que habían transcurrido unas 24 horas desde que se produjo la misma, por lo que ésta debió suceder entre las 12 y las 15 horas del día anterior. El vehículo de la víctima se hallaba incrustado en el arcén, posicionado con miras hacia el pueblo. Siendo así, no cabía otra posibilidad más que viniera de la ermita; y más concretamente del pequeño refugio gastronómico, puesto que el santuario, al parecer, solo abre los domingos cuando se celebra algún enlace. Sin embargo aquel local, según leí en un cartel que cuelga de su puerta de entrada, sí que lo hace a diario. Aquel hombre volvía por tanto de allí, y tengo la completa seguridad de que había estado ingiriendo caracoles la mañana del sábado. No tendría sentido que recorriese los diez kilómetros que distan desde el pueblo hasta la sierra, si no fuese para degustar la especialidad de la casa.

- Su deducción es más que certera...

- Pues aún puedo decirle más, Calvillo: podría casi jurarle que ingirió una cantidad inusual de caracoles. Ya le dije que el aspecto físico que presentaba el difunto era el de un hombre corpulento y obeso. Una persona que seguramente no moderaba su alimentación, ni en calidad ni en cantidad. Sume a esto una casi segura gastritis, y añádale el estreñimiento, síntomas ambos consecuentes a su sobrepeso.

- Me he perdido, inspector... ¿Dónde pretende llegar con los dichosos gasterópodos?

- ¡La pimienta, amigo, la pimienta!

- ¿La Pimienta? ¿Qué pimienta?

- ¡La pimienta con la que el generoso cocinero aderezaba los caracoles! Aquel condimento le terminó de fastidiar el estómago a aquel hombre.

- ¿Y?

- ¡Joder, Calvillo! ¿Para que le sirve esa pequeña materia gris que rellena anárquicamente su cráneo? Fue el motivo que le hizo detenerse con presura en aquel preciso lugar. Recuerde que le insinué que su vehículo apareció incrustado en el arcén... Aquel pobre hombre detuvo con prisa su coche porque no aguantaba más. Y esto ya le situó en la misma escena del crimen.

- Se le descompuso el vientre...

- Llámelo como quiera. El caso es que se bajo apresuradamente del automóvil, buscó un lugar cercano y se dispuso en cuclillas para evacuar.

- Fue el momento en que lo atacaron aquellos canallas.

- Sí, fue en aquel preciso momento. Pero tengo que corregirle: en realidad el agresor fue sólo uno.

- ¿Sólo uno?

- Sí. Incluso le diré el nombre, porque lo conozco: Timon Lepidus.

- ¡Lo sabía: tenía que ser un extranjero!

- ¡No sea animal, Calvillo, y no me saque conclusiones tan precipitadas y racistas! ¿Recuerda que antes le comenté que había algo en aquella escena que no me convencía? ¿Recuerda que algo me resultaba familiar? Entonces acudió como un golpe a mi memoria: hemorroides... Hemorroides externas trombosadas.

- ¿Almorranas?

- Sí, Calvillo, una trombosis en las almorranas. Eso era lo que aquel buen hombre padecía, muy acorde también con el estreñimiento sufrido por su obesidad. Mi suegro las soportó en cierta ocasión, y aquella era la imagen que no conseguía recordar. Los condimentos picantes, como la pimienta, aumentan también el dolor en esta zona. Después, una casualidad llamada Timon Lepidus hizo el resto.

- Por favor, inspector Jáimez, ¿quiere explicarme de una vez quién es ese tipo?

- No se trata de ninguna persona. Es el nombre científico del Lagarto Ocelado, un reptil muy común en aquellos parajes. Aunque su dieta son principalmente los insectos, a veces también se alimenta de la carroña.

-¿Quiere decirme que el lagarto mordió sus almorranas?

- Así fue. El Timon mordió sus hemorroides trombosadas mientras aquel hombre permanecía en cuclillas.

- ¡Ah! Ahora entiendo entonces lo de la famosa piedra. Con ella mató al animalito.

- No, Calvillo; no hizo falta ninguna piedra. El tremendo dolor le hizo perder el equilibrio y se sentó bruscamente en el suelo, aplastando como consecuencia al pobre lagarto. Eso fue lo que descubrí, mientras curioseaba entre sus excrementos a unos metros del cadáver. Después se incorporó, y la sinrazón le hizo correr sin fortuna hacia el coche, ya que no recordó primero subirse el pantalón que colgaba a la altura de sus tobillos... Su irreflexiva huida se vio truncada por aquellos grilletes de tela: trastabilló, cayó al suelo, y fue a golpearse mortalmente en la cabeza. Ahí tiene el caso resuelto.

- Y entonces, ¿de quién eran aquellos restos orgánicos con sangre que encontraron en la dichosa piedra?

- Calvillo, no sé por qué aún me sigue sorprendiendo su falta de sagacidad... El día que le coja un apretón de vientre sin papel higiénico a mano y en mitad del campo, procure llevar encima su nombramiento de funcionario del cuerpo. Seguro que jamás podrá encontrarle mejor utilidad.












79 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja Por Dios! Menos mal que no me gustan los caracoles! Ahora ten por seguro que cada vez que vea una tapa de ellos me voy a acordar de ti porque como me he reído!
Me encantan los giros que dan tus relatos por eso me gusta pasar por aquí antes de irme a dormir, siempre me duermo con una sonrisa!
Asi que todo un placer!
Buenas noches!

Katy dijo...

Hola Onminayas, vaya imaginación y sagacidad la tuya. ¿Seguro que no has hecho la carrera de detective? Que genial tu relato y escenificación del crimen.
Y el desenlace genial. ¿Que más puedo decir, que tu no sepas?
Que ha sido un placer seguir los diálogos y entretenido el leerte. Felicitaciones una vez más. ¡¡¡Ah y un autógrafo por favor!!!!
Un beso

Sol - Estaré siempre dijo...

jajjajja eressssssssss genialll!!!!
Y pensar que en el comienzo del relato pense... `pobre mujer...
Despues me dije pobre hombre tambien puede ser victima de una violación por que no???
Y mira como vas a terminar...
Bueno no lo digo para que tus lectores les agrade tanto como a mi!!!
Mira que vengo mal del estomago desde que llegue de mis vacaciones... por las dudas ni pienso salir de casa ... no vaya a ser que me agarre el apurón!!!
jjaja
Besos cielo!!!

vuelo de hada... dijo...

Ufff bueno esto me hizo recordar la ineptitud de algunos y una historia que también logra erizarme la piel...
Un abrazo

Elena dijo...

Eso es resolver un caso con arte, jajaja...
Y yo que me lo veía venir, lo de la piedra digo, jaja...
Qué magnífico relato Onminayas, siempre me sorprendes y me haces reflexionar con todas tus entradas, pero ésta también me ha hecho reír.
Te ha salido perfecta...redonda.

Un montón de besos.

Anónimo dijo...

Hola Onmi!! Que bueno!! Volvió elm escritor que admiro!! Me encantó amigo. Muy bien relatado y con un desenlace muy original!!
Besosssssssss

Neogeminis Mónica Frau dijo...

jajajajaja me paro y aplaudo!....
un intrigante caso detectivesco que engancha desde el principio!...me encantó la manera en que el simplote de Calvillo encarna nuestros propios prejuicios. Sus apresuradas conclusiones logran predisponernos para otro tipo de tragedia que al final, el sagaz inspector logra (como corresponde en toda investigación policiaca) reconstruir en detalle el caso! jejeje


Me encantó leerte!, muy original y bien armado.


Un abrazo!

FABIA dijo...

¡Genial, sencillamente genial!!, me encanta cuando sacas a tus detectives. Besinos y hasta pronto.
(gracias por pasar por mi casita).

Alalba dijo...

Eres único en tergiversar una violación...valla manera de darle la vuelta , jajaja. Me ha encantado. Genial.

Muaks.

Pluma Roja dijo...

Felicidades por tu narración, interesantes diálogos. Para una novela de Agatha Christie.

Saludos cordiales,

Hasta pronto.

Leni dijo...

Madre mía¡¡
Con razón para ser inspector hace falta un título universitario¡¡

Además de una deducción imaginativa como la tuya...

Me he quedado a cuadros...
Es que el final era otro¡¡
(según mi pobre imaginación)

Gracias por sorprenderme.


Un beso

Rowen dijo...

jajaja
Muy bueno!!!!
...Puaj...

Claudia Concha dijo...

jajajá, qué lento Calvillo.
buen relato, buen final.
saludos

Isi G. dijo...

Jjajajaja qué historia xDDD

Besotes^^

Anónimo dijo...

¡Muy bueno! ¡Genial!

Al principio he ido llegando a las mismas conclusiones que Calvillo, y no veas lo que me he reído al final.

Que bien que lo has hilvanado.




John W.

Arwen dijo...

Madre mia Onminayas que sorpresa...yo me pasaba a desearte un muy buen fin de semana y me encuentro con una dedicatoria a mi y a mis Palabras Encriptadas. Eres un maestro de la tecla, que lo sepa usted ;) y desde ya te invito a que crees un criptex y me lo envies para poder sacarlo en otra edición, sería todo un placer.
Un besote gigante, gracias por este regalo literario y lo voy a mencionar por Calados por que ha sido todo un detalle. Ahhh por cierto, creo que te han invitado a ti, y a varios a unos calimochos...por la apertura por fin del criptex...ja,ja,ja...yo también me he apuntado que mi sudor me ha costado también...xD

Besos y hemos hecho algunas mejoras en las Palabras Encriptadas, que entran en vigor desde este próximo Domingo, esperando que os beneficien a todos, poco a poco vamos construyendo juntos ese espacio y por supuesto engrandeciendolo y mejorándolo con vuestra colaboración...

Mira que me enrollo...ja,ja,ja...
Muaksssssssssss y gracias por esto (muy buena la historia)!. ;)

Arwen

Arantza G. dijo...

Me dan ganas de reir pero sería una falta de respeto al pobre hombre que en tal malas circunstancias fue a visitar a San Pedro.
Ingenioso relato con una pizca de humor.
Besos

Sombragris dijo...

Genial...simplemente genial...aunque creo que CAlvillo,no va a llegar a INspector nunca...HAs conseguido que siguiera los pasos de ambos en la topografia.Un rato estupendo.Gracias...tendre que repasar otros casos de Jaimez.Un abrazo

Unknown dijo...

Cada vez me sorprenden más los casos de Jaimez y esa manera tan peculiar de resolverlos.

¿Te has planteado alguna vez escribir una novela policiaca?

Un abrazo

Étoile dijo...

Sorprendente, como siempre. Un gran caso, sin duda, y estoy segura que no es muy común.
No dejas de impresionarme nunca, Onminayas. Realmente es un placer leerte, incluso con casos tan peculiares como éste. O quizás sobretodo con ellos.

Un muáh enorme para ti, creador de sueños :]

Eliane dijo...

Que bueno que es este inspector Jaimez...me encanta! Tus historias son terriblemente entretenidas! Gracias!!! Un abrazo grande

Chary Cirujano dijo...

¡¡¡Genial!! Impresionante ¡Como hecho de menos tus relatos de finales inesperados! ¡Ole Ole y Ole!
Un abrazo enorme

Buscador de buscadores dijo...

En este caso, más crucial que el sagaz razonamiento del inspector, fue su atracción por los caracoles...

No deja de sorprendernos este peculiar personaje y cómo no, tu asombrosa genialidad.

Un abrazo, amigo Onminayas.

Onminayas dijo...

Hola, Monik.

Me alegra contribuir a que descanses mejor por las noches. Eso sí que es todo un lujo.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Katy.

Mi profesión se aleja mucho de la detective; pero por otra parte también tiene mucho que compartir. Los autógrafos con cita previa, por favor, jajajaj...

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Sol.

A mí me enseñaron de pequeñito que, vayas donde vayas, siempre tienes que llevar alguna muda limpia de repuesto: por si acaso...

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Vuelo.

Si lo dices por Calvillo te apuntaré que es muy buena persona, pero que desgraciadamente no goza de las cualidades de Jáimez. Seguro que otras cosas las hará mejor.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Elena.

Tienes razón: cuando pensé en la piedra también lo encontré muy evidente... Al menos para aquellas lectores que nos hemos criado muy cerca del campo.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Gabi.

Me alegra verte contenta. Con eso, nada más, ya valió la pena el relato.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Neo.

Calvillo es muy buena gente, no creas: sólo que lo suyo es más bien el trabajo de oficina.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Fabia.

No sabes como me agrada recibirte por aquí: así tu retiro virtual se me hará menos amargo.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Alalba.

Hay que esbozar de vez en cuando una sonrisa amable: bastante tenemos, por desgracia, con los los tristes noticiarios de a mediodía.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Pluma.

Espero que Agatha Christie no te haya escuchado...

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Leni.

A veces yo mismo me sorprendo de todas las tonterías que escribo... Pero al releer algunas como éstas me hacen sonreir: y créeme que me resulta muy necesario.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Diana.

Muy expresiva, jajajaja...

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Claudia.

El pobre de Calvillo no da mucho de sí: pero tengo que romper una lanza en su favor para decir que ayuda mucho en casa.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Ichi.

Siempre agradezco tu visita.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Polidori.

El que tuvo, retuvo... Aunque no ejerzas. Todos somos un poco Calvillo: lo de Jáimez es un poco más difícil.

Un abrazo.

Onminayas dijo...

Hola, Arwen.

Sé que tengo aquella deuda contigo; en cuanto la musa me sea propicia cuenta con el Criptex.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Arantza.

Puedes reirte sin miedo: afortunadamente, en este caso, todo partió de una gran ficción.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Sombragris.

Calvillo vive muy bien entre sus papeles: no aspira el pobre a otra cosa más que a su próxima jubilación.

Un abrazo.

Onminayas dijo...

Hola, Magia.

A diario me planteo muchos objetivos, pero también soy consciente de todas mis limitaciones. Por eso me doy por satisfecho si consigo esbozaros una tímida sonrisa.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Chicarara.

Me alegra tenerte por aquí, y que sea para que te lleves un bello recuerdo.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Eliane.

Le diré de tu parte que disfrutas con sus peculiares casos.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, LaMar.

Me alegra mucho que te haya gustado esta nueva historia.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Buscador.

Tienes toda la razón: el razonamiento empezó por los caracoles. Tú serías un buen inspector Jáimez.

Un abrazo, amigo.

TORO SALVAJE dijo...

Bravo.
Nos has hecho dar la vuelta completa.
Eres un maestro.
Gracias.

Saludos.

Verónica dijo...

¿Nunca te has planteado, seriamente, escribir un libro? Uno así, de misterio, entre negra y policial, con su guasa, su ironía, su puntito de sentimentalismo .... ¿Nunca?

Pues .... es una pena, yo lo compraría fijo. ¡Me encanta como escribes!

Y me encanta que reaparezcas de cuando en cuando con este tipo de perlas ...

Un beso

iliamehoy dijo...

Violación al fin y al cabo, en uno de los actos más íntimos que un ser humano puede acometer.
Una perfecta trama urdida con hermosas puntadas.
Una sonrisa

Yessen dijo...

wow , el final , buen cuento, saludos tiempo sin leerte.

Yessen dijo...

wow , el final , buen cuento, saludos tiempo sin leerte.

Néctar dijo...

Tienes una imaginación desbordante, has llevado el caso magistralmente.
Enhorabuena ¿Quieres trabajar en mi departamento ?

Néctares

JAVI dijo...

Felicidades por el relato, magníficamente construído y sorprendente hasta el final. Ahora me explico tu sagacidad a la hora de apuntar la clave del último criptex de Calados. Interesante blog, lo visitaré más detenidamente.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Onminayas! Y luego quieres abandonarnos! No por favor!! Eres un maestro!
Me encantan tus historias! Un beso o 2!

Rebeca Gonzalo dijo...

Divertido, entretenido, bien llevado y sorprendente. De lo bueno, lo mejor, de verdad.

Un abrazo.

Mar dijo...

Desde luego que las cosas, a veces o muchas veces, no son lo que parecen :)

Por cierto, que razón lleva Jáimez cuando dice usar ciertos papeles/documentos para "esa" función. Pero yo creo, que algunos, no sirven ni para "eso" porque RASCAN ;P

Onminayas dijo...

Hola Toro.

Nunca me acostrumbaré a ese tipo de halagos; más viniendo de ti.

Gracias. Un saludo.

Onminayas dijo...

Hola Verónica.

Escribir, lo que es escribirlo, sí. De hecho en ello estoy desde hace ya unos cuatro años enfrascado en una historia dramática y muy descriptiva. Pero no consigo retomarla desde que empecé en el blog. De todas formas nunca la concebí para publicar en papel. Si alguna vez llegara a ver la luz será aquí, en este blog.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Iliamehoy.

Ahora que lo veo desde tu mismo punto de vista no me queda más remedio que darte toda la razón.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Yessen.

Gracias por pasar.

Un saludo.

Onminayas dijo...

Hola, Néctar.

Gracias por el piropo. Con respecto a tu oferta, no sé si estaría a la altura.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Delio.

Tienes las puertas abiertas para cuando quieras volver. He visitado tu espacio y también me ha parecido muy interesante.

Un abrazo.

Onminayas dijo...

Hola, Eleanor.

Nunca he pretendido abandonar a nadie. Sólo que, como todo en la vida, todo tiene un principio y un fin. Eso será siempre inevitable.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Sechat.

¿Has dejado algo para los demás? Jajajajaj... Gracias.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Mar.

Tienes toda la razón del mundo; pero cuando no existe otra opción... Jajajajaj....

Besos.

Arwen dijo...

Onminayas, me ha hecho tanta ilusión esta mención que si me dejas y el permismo pertinente me encantaría enlazarla a la sidebar de Calados...ya me dirás. ;)

Besotes y gracias de corazón.
Arwen

La chica pastel dijo...

Jajaja, épico.
Incluso el rey lagarto ha esbozado una sonrisa.
Sigue retorciendo prejuicios.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Arwen.

Sería todo un honor, por supuesto.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola Chica Pastel.

Seguiremos, si es tu deseo.

Besos.

Arwen dijo...

Pues muchas gracias Onminayas por el regalazo, en cuanto tenga medio minuto lo enlazo sin falta, menudo detalle! y gracias por el criptex, menos mal que me lo has comentado por Calados, porque se había quedado como spam el pobrecito...ja,ja,ja...ya está rescatado, acabo de leerlo y te he contestado sin falta...glupsss...ya me confirmaras.

Saludillos. ;D
Arwen

Amalia Lateano dijo...

lOS CARACOLES... LAS COSAS QUE OCURREN...
Me gusta mucho como narras. Te felicito. Es el suspenso y las imágenes lo que atrapa en el desarrollo de tus temas.
Sin lugar a dudas, sabes manejar el léxico y las imágenes sensoriales.
Un saludo
SOY JUANITA, la ZARINA
Amalia
http://amalialateano.blogspot.com

Susy dijo...

Jajajajajajajaaa eres increíblemente bueno.....vaya imaginación. Cuando empiezo a leer tus relatos estoy todo el tiempo intentando pillarte en el final jajajajaja..... no lo conseguiré jamás, siempre acabo con la boca abierta de la sorpresa.

He pasado un momento muy agradable.

Un beso Onminayas

Málaga dijo...

Hola, Omnimayas... ojú cuanto comentario... y no me extraña. Fantástico relato, que engancha hasta el final, irónico y divertido. Y por supuesto precioso detalle para los Calados. Por cierto he leído que has mandado un criptex, majo ponlo facilillo que cómo andamos ultimamente... qué estress ;) Saludos.

Onminayas dijo...

Hola, Zarina. Bienvenida.

He visitado tu blog y también me he llevado una muy grata impresión.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Cuchu.

Soy humano, con muchos más defectos que virtudes... Pero al menos moriré en el intento de que no descubras la trama hasta el final.

Besos.

Onminayas dijo...

Hola, Málaga. Bienvenida.

Creo que muy pronto Arwen me hará el honor de publicarlo en sus Palabras Encriptadas. A ver que tal queda.

Besos.

Alma (Susurros Mortales) dijo...

Me gustan los casos del inspector y de Calvillo, al final siempre me sorprendes.

Besitos.

Alma (Susurros Mortales) dijo...

Yo te habia dejado un comentario, pero creo que no ha salido. Asi que repito xD.

Me gustan las historias del inspector Jaimez, con esta ademas me he reido mucho, los finales siempre son sorprendentes.

Besitos.

Onminayas dijo...

Hola, Susurros.

Ciertamente: habías dejado el comentario, pero por error se me quedó atrás sin publicar. Gracias por seguir ahí.

Besos.

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