Cuando al presumido invierno le da por entallarse su traje gris más coqueto, a mí se me ocurre preguntarme, ¿qué habrá sido de La Bella y de la Bestia? Porque hay relaciones extrañas… Como personas extrañas. Hay seres y situaciones que se asemejan a un cuento. Un cuento de esos absurdos, donde nunca queda claro ni quién, ni cuándo, ni cómo fue, es o será.
Y entonces me da por pensar, ¿quién de nosotros asumiría el papel de La Bella, y quién lo haría con La Bestia? Te juro que, al menos yo, no lo tengo muy claro. Posiblemente, porque los dos tengamos mucho de Bella o de Bestia.
Y también me da por adivinar quién, en otro cuento, haría el papel de Sapo y quién el de Princesa. Y eso, a este pobre mortal que carece de esa capacidad camaleónica de la que algunos presumen, le produce miedo. No sea que, tocándome por mi pésima suerte el rol de Sapo, siga siendo el mismo después del esperado beso mágico.
Menos mal que la vida nunca es ni será como un cuento. Y que a mí, además, sólo se me ocurre pensarlo cuando al presumido invierno le da por entallarse su traje gris más coqueto.