Te ruego así, Emilio, perdones mi temprana escapada ayer del pueblo, pero asuntos que había olvidado, de más envergadura, me hicieron regresar con precipitación a la ciudad. Aunque debo explicarte que las pocas horas que pasara anoche dentro del caserón me han permitido averiguar algunos asuntos desconocidos sobre el pobre napolitano; asuntos que, en todo caso, vienen a confirmar tus teorías. Así te cuento que nunca existió tal vampiro, como la gente comenta; y que no fue otro el pecado del italiano que el de repartir simiente entre las doncellas, empleando sus exquisitas artes amatorias. Quedaron preñadas algunas, y andarán ahora éstas corriendo su vergüenza por el mundo, que nunca debajo de una losa.
De los ruidos en la casa no tengais cuidado, que ya sabes que siendo tan viejos sus muros acaban abundando los "partos de montes". Y llegados a este punto te diré que en nueva venta quiero dejarla. Que no es otro motivo el que me obliga a ello sino el de ser desmesurada y caduca para mis sobrias necesidades.
Y doy final a mis letras, Emilio. Queda tú con Dios allí, que yo quedaré aquí, en mi ciudad. Y no vengas a preguntarme como me enteré de los detalles de esta curiosa historia, porque a veces dudo yo mismo si es cierta; y no quiero ni pensarlo...
Armando Losada.
De los ruidos en la casa no tengais cuidado, que ya sabes que siendo tan viejos sus muros acaban abundando los "partos de montes". Y llegados a este punto te diré que en nueva venta quiero dejarla. Que no es otro motivo el que me obliga a ello sino el de ser desmesurada y caduca para mis sobrias necesidades.
Y doy final a mis letras, Emilio. Queda tú con Dios allí, que yo quedaré aquí, en mi ciudad. Y no vengas a preguntarme como me enteré de los detalles de esta curiosa historia, porque a veces dudo yo mismo si es cierta; y no quiero ni pensarlo...
Armando Losada.
