El Señor De Los Cartones siempre está en aquella calle, construyendo castillos con cajas. Su espalda es ancha, como la de un gigante bueno, y sus brazos parecen capaces de mover una montaña. Cuando se resguarda en su esquina y pierde la mirada, me recuerda a mi abuelo contándonos cuentos desde su butaca.
Mientras yo lo observo desde mi ventana, pienso que es un rey camuflado, al que robaron su reino cuando perdió una batalla.