(Oleo Sobre la Foto Original "Madre inmigrante" de Dorothea Lange, 1936)
Hace algunos años, a las puertas de un servicio de salud cualquiera, un joven vociferaba a su madre, increpándola con frases incoherentes. Acababan de salir de la consulta de salud mental, donde el muchacho acudía a sus revisiones periódicas. La madre, exhibiendo en todo momento una paciencia infinita, sin quebrantar su ánimo ni un ápice y con la ternura más exquisita aflorando en sus labios, intentó convencer a su hijo, hasta que éste se tranquilizó. Aquella escena me sobrecogió durante varios días de tal manera que de ella nació este poema... Esta es la particular guerra de muchas madres, sin otras armas que el amor desmedido por sus hijos...
Las madres de la guerra
vacían sus pechos
de luna nueva.
¡Madre,
hornéame pan de estrellas!
Las madres de la guerra
acunan sus toscos
vientres de higuera.
¡Madre,
arrúllame en un poema!
Las madres de la guerra
doblegan sus cuerpos
de cal y arena.
¡Madre,
ven y reposa a mi vera!
Las madres de la guerra,
con sangrantes dioses
de barro, sueñan.
¡Madre,
quiero montar un cometa!
Las madres de la guerra
desnudan sus almas
bajo la tierra.
¿Madre,
cuando será Nochebuena?
