El Ultimátum








Estimado Señor: nunca he entendido bien esa monserga sobre la crisis de la que tanto se murmura a diario. Nunca, hasta esta mañana, cuando comprobé con malestar que todo continuaba tal cual lo había dejado la noche anterior. Así he razonado que también su empresa, al igual que muchas otras, debe de estar pasándolo mal. Por ello he decidido prorrogarle el plazo para que me haga efectiva su deuda; pura generosidad. Hasta entonces procure no dejarse ver, como acostumbra, tonteando por la despensa de esta casa. Si hace caso omiso a mi recomendación, aténgase a las consecuencias. Prácticamente llevo seis años cursando por libre audiovisuales y cinematografía; con esta sobrada experiencia puedo encubrir cualquier desgracia como si fuera un accidente. Usted no sabe cómo las gasto yo cuando me enfado. Espero noticias suyas. Mientras tanto, señor Pérez, mantendré la custodia de mi incisivo bajo la almohada. Atentamente: Juanito.