Dedicado a Polidori.
- ¿Está aquí el doctor de guardia?
- Sí, agente: yo soy el enfermero, ¿qué es lo que ocurre?
- Nos han avisado por teléfono al cuartelillo: una señora intenta despertar a su padre que está encamado, pero no consigue que éste le responda.
- ¿Sabe usted si aquel hombre respira?
- Es lo primero que le hemos preguntado, pero ella dice que no tiene estudios para determinar eso. Si quieren tenemos ahí fuera el coche patrulla, así que pueden acompañarnos y les abriremos el paso hasta el lugar.
Avisé sin dudar al médico, para no hacerles esperar. Mi compañero cogió su fonendoscopio y su talonario de recetas (¿?), y yo agarré un pequeño maletín con medicación. Corría el año 1985, y por aquel entonces sólo había un equipo sanitario de guardia en aquel ambulatorio, así que no era habitual salir a la calle si no se trataba de una verdadera urgencia. Las heridas y cortes se atendían en la contigua Casa de Socorro; y a los accidentados de tráfico los recogía una ambulancia que los trasladaba directamente al hospital, sin mediar atención de ningún tipo. Sino era finalmente, y por desgracia, el propio vehículo de pompas funebres quién tuviera que hacerse cargo del servicio. Además, no se atendían avisos por teléfono, de manera que algún familiar del solicitante tenía que acudir personalmente a firmar nuestra salida para que pudiéramos justificar la misma en caso de que ocurriera algo en nuestra ausencia. No disponíamos de ambulancia propía, de desfibrilador o de electrocardiógrafo. En realidad no recuerdo que tuviésemos ni siquiera un ambú. El caso es que acudimos sin demora hasta el domicilio requerido, casi con lo puesto, y entramos en aquella casa vociferando, y a toda prisa.
- ¿Dónde está el paciente?
- ¡Aquí! ¡Sigan rectos hasta el fondo! -escuchamos desde muy lejos.
Y atravesando sin pausa un largo y estrechísimo pasillo llegamos hasta el último dormitorio de la casa. Allí nos encontramos el cuerpo de un varón anciano, que yacía pétreo en una cama de matrimonio, con la casi certeza visual de llevar muchas horas ya fallecido. La que dijo ser su hija, en apariencia ajena a la realidad del cuadro, permanecía en una esquina de la habitación con las manos en los bolsillos de su bata, apoyada en la pared y extrañamente serena.
- ¿Cuánto tiempo lleva así? Vaya, me refiero a sin poder moverse... -preguntó cauto mi compañero de guardia.
- No sabría que contestarle -titubeó la aún no oficialmente huerfana-. Anoche decidió acostarse muy temprano, porque decía que no se encontraba bien. Es que yo duermo en otra habitación, con mi madre, que está paralítica desde hace un año.
El médico, girándose hacia mí, vino a obsequiarme con una mantenida mirada de poker, mientras levantaba el rígido brazo de aquel cuerpo inerte para controlar su inexistente pulso. Después, con una solemnidad exquisita, extrajo un fonendoscopio del bolsillo de su americana, desabrochó uno de los botones del pijama del cadáver, y mientras se agachaba para auscultarlo me dijo en voz baja:
- Por favor: ve tomándole la tension.
Yo, colocado justo en el lateral contrario de la cama, obedecí sin rechistar, a pesar de que sabía exactamente cuales iban a ser las cifras sistólica y diastólica de aquel paciente.
- No consigo oir nada -puntualicé al minuto. Pensé que era la mejor respuesta que podía darle delante del familiar.
- Carga entonces una ampolla de Efortil y se la inyectas intravenosa -me replicó el galeno.
Así lo hice con diligencia. El ambiente que se respiraba en aquella habitación tornaba tenso por momentos. La hija continuaba expectante en su reservada esquina; mi compañero muy pendiente de la evolución de mi trabajo; y yo, con la paciencia al límite, pensando en cómo concluiría finalmente aquella disparatada historia. Cuando finalicé la técnica me puse en pie, y ambos volvimos a cruzar la mirada, para mantenerla así durante algunos segundos. De pronto, el médico se volvió hacia la mujer para decirle:
- Mire, señora, hemos hecho todo lo humanamente posible por su padre. Ahora, lo único que resta es esperar -y girándose hacia un enorme ventanal que se hallaba frente por frente de la cama, prosiguió explicándole-. Hay demasiada luz aquí: sería deseable bajar esa persiana, y después correr totalmente las cortinas. Así, sin ruido y con la habitación en penumbras, el paciente reposará más tranquilo- y él, personalmente, lo hizo. Después, mirando con atención su reloj de pulsera, continuó aconsejándola.- Mire, señora: son ahora las diez y media... Sería prudente que aguardáramos un par de horas más, para esperar la bondad del tratamiento. Mientras tanto, usted me lo va observando de vez en cuando. Nosotros, como usted comprenderá, debemos de marcharnos ya: el servicio de urgencias está sólo, y tenemos la obligación de atender a todo un pueblo. Buenos días, señora...
Cuando iniciamos el retorno con dirección a la calle, aquella mujer, que ni siquiera se había movido de la esquina donde se apoyaba, nos interrogó serenamente con curiosidad:
- Y entonces, señor doctor, si dentro de dos horas mi padre continua igual, ¿vuelvo a llamarles de nuevo?
El médico, ya desde el pasillo de salida, giró un instante la cabeza para sentenciar:
- Si eso ocurre, señora, sería más prudente que avisara con diligencia a la funeraria del pueblo.
Volvimos los cuatro en el coche patrulla hasta el ambulatorio, sin mediar una sola palabra. Al salir del vehículo dimos las gracias a la policia por su colaboración. Ya, bajando la rampa que daba acceso a la puerta de entrada del servicio de urgencias, el médico detuvo sus pasos y se giró hacia mí, consciente de que yo necesitaba algún tipo de explicación:
- Lo siento, pero no puedo remediarlo: nunca encuentro el momento preciso para dar una mala noticia.
- Sí, agente: yo soy el enfermero, ¿qué es lo que ocurre?
- Nos han avisado por teléfono al cuartelillo: una señora intenta despertar a su padre que está encamado, pero no consigue que éste le responda.
- ¿Sabe usted si aquel hombre respira?
- Es lo primero que le hemos preguntado, pero ella dice que no tiene estudios para determinar eso. Si quieren tenemos ahí fuera el coche patrulla, así que pueden acompañarnos y les abriremos el paso hasta el lugar.
Avisé sin dudar al médico, para no hacerles esperar. Mi compañero cogió su fonendoscopio y su talonario de recetas (¿?), y yo agarré un pequeño maletín con medicación. Corría el año 1985, y por aquel entonces sólo había un equipo sanitario de guardia en aquel ambulatorio, así que no era habitual salir a la calle si no se trataba de una verdadera urgencia. Las heridas y cortes se atendían en la contigua Casa de Socorro; y a los accidentados de tráfico los recogía una ambulancia que los trasladaba directamente al hospital, sin mediar atención de ningún tipo. Sino era finalmente, y por desgracia, el propio vehículo de pompas funebres quién tuviera que hacerse cargo del servicio. Además, no se atendían avisos por teléfono, de manera que algún familiar del solicitante tenía que acudir personalmente a firmar nuestra salida para que pudiéramos justificar la misma en caso de que ocurriera algo en nuestra ausencia. No disponíamos de ambulancia propía, de desfibrilador o de electrocardiógrafo. En realidad no recuerdo que tuviésemos ni siquiera un ambú. El caso es que acudimos sin demora hasta el domicilio requerido, casi con lo puesto, y entramos en aquella casa vociferando, y a toda prisa.
- ¿Dónde está el paciente?
- ¡Aquí! ¡Sigan rectos hasta el fondo! -escuchamos desde muy lejos.
Y atravesando sin pausa un largo y estrechísimo pasillo llegamos hasta el último dormitorio de la casa. Allí nos encontramos el cuerpo de un varón anciano, que yacía pétreo en una cama de matrimonio, con la casi certeza visual de llevar muchas horas ya fallecido. La que dijo ser su hija, en apariencia ajena a la realidad del cuadro, permanecía en una esquina de la habitación con las manos en los bolsillos de su bata, apoyada en la pared y extrañamente serena.
- ¿Cuánto tiempo lleva así? Vaya, me refiero a sin poder moverse... -preguntó cauto mi compañero de guardia.
- No sabría que contestarle -titubeó la aún no oficialmente huerfana-. Anoche decidió acostarse muy temprano, porque decía que no se encontraba bien. Es que yo duermo en otra habitación, con mi madre, que está paralítica desde hace un año.
El médico, girándose hacia mí, vino a obsequiarme con una mantenida mirada de poker, mientras levantaba el rígido brazo de aquel cuerpo inerte para controlar su inexistente pulso. Después, con una solemnidad exquisita, extrajo un fonendoscopio del bolsillo de su americana, desabrochó uno de los botones del pijama del cadáver, y mientras se agachaba para auscultarlo me dijo en voz baja:
- Por favor: ve tomándole la tension.
Yo, colocado justo en el lateral contrario de la cama, obedecí sin rechistar, a pesar de que sabía exactamente cuales iban a ser las cifras sistólica y diastólica de aquel paciente.
- No consigo oir nada -puntualicé al minuto. Pensé que era la mejor respuesta que podía darle delante del familiar.
- Carga entonces una ampolla de Efortil y se la inyectas intravenosa -me replicó el galeno.
Así lo hice con diligencia. El ambiente que se respiraba en aquella habitación tornaba tenso por momentos. La hija continuaba expectante en su reservada esquina; mi compañero muy pendiente de la evolución de mi trabajo; y yo, con la paciencia al límite, pensando en cómo concluiría finalmente aquella disparatada historia. Cuando finalicé la técnica me puse en pie, y ambos volvimos a cruzar la mirada, para mantenerla así durante algunos segundos. De pronto, el médico se volvió hacia la mujer para decirle:
- Mire, señora, hemos hecho todo lo humanamente posible por su padre. Ahora, lo único que resta es esperar -y girándose hacia un enorme ventanal que se hallaba frente por frente de la cama, prosiguió explicándole-. Hay demasiada luz aquí: sería deseable bajar esa persiana, y después correr totalmente las cortinas. Así, sin ruido y con la habitación en penumbras, el paciente reposará más tranquilo- y él, personalmente, lo hizo. Después, mirando con atención su reloj de pulsera, continuó aconsejándola.- Mire, señora: son ahora las diez y media... Sería prudente que aguardáramos un par de horas más, para esperar la bondad del tratamiento. Mientras tanto, usted me lo va observando de vez en cuando. Nosotros, como usted comprenderá, debemos de marcharnos ya: el servicio de urgencias está sólo, y tenemos la obligación de atender a todo un pueblo. Buenos días, señora...
Cuando iniciamos el retorno con dirección a la calle, aquella mujer, que ni siquiera se había movido de la esquina donde se apoyaba, nos interrogó serenamente con curiosidad:
- Y entonces, señor doctor, si dentro de dos horas mi padre continua igual, ¿vuelvo a llamarles de nuevo?
El médico, ya desde el pasillo de salida, giró un instante la cabeza para sentenciar:
- Si eso ocurre, señora, sería más prudente que avisara con diligencia a la funeraria del pueblo.
Volvimos los cuatro en el coche patrulla hasta el ambulatorio, sin mediar una sola palabra. Al salir del vehículo dimos las gracias a la policia por su colaboración. Ya, bajando la rampa que daba acceso a la puerta de entrada del servicio de urgencias, el médico detuvo sus pasos y se giró hacia mí, consciente de que yo necesitaba algún tipo de explicación:
- Lo siento, pero no puedo remediarlo: nunca encuentro el momento preciso para dar una mala noticia.
117 comentarios:
IN-CRE-I-BLE, genial y fantástico el relato y todo un honor Onminayas ser la primera en comentar. Por cierto que el cartel viajó hacia ti el pasado 27 de Octubre por lo que no creo que tardes mucho en recibirlo.
Y en otro orden de cosas, pásate cuando puedas por mi taberna que hay otra sorpresita esperándote! ;)
Un abrazo nocturno.
Las malas noticias .... ¿Quien sabe cómo darlas? ¿Cual es el momento justo? Yo .... soy de las que, a los que me quieren, se las escondo todo lo que puedo.
Gracias ... por la sonrisa, justo antes de irme a la cama. Como que hoy lo necesitaba especialmente.
Bueno querido amigo Onmimayas que relato más original. Te sales siempre por la tangente. Esta vez pensé que la asesina era la hija. En fin cada loco con su tma. Muy bien escrito, ameno y con tensión hasta el final.
Me ha encantado además suave, como me gusta. Asi dormiré placidamente después de leerte.
Un abrazo grandote
Esos momentos son terribles... Debe ser muy duro hasta para un medico (sensible) dar la noticia de que un familiar ha fallecido...
Besos cielo, termina bien tu dia!!!
El pobre médico, al ver que la hija no veía, -o no quería ver- lo evidente, no fue capaz de golpearle el alma con el diagnóstico.
Eso no era un doctor. Era un santo.
Excelente relato.
Un abrazo.
Tremendo el médico, ¡madre mía, qué parafernalia para no dar la mala noticia!
El relato, magnífico Onminayas.
Un abrazo.
...Hay algo de absurdo parecido a Camus... en él son los abogados, en ti son los médicos o los enfermos...
Estimado Onminayas.
Tienes la enorme virtud, de mantener la tensión hasta el final con tus relatos. Yo ya me preguntaba ¿pero bueno, esta muerto, o no? y pensaba que volvian y no nos contabas el final. Pero si, lo hiciste, y de que manera. Felicidades
Un abrazo
Y menos ese tipo de mala noticia. Yo no las soporto, me siento tan mal cuando pasa algo así. Ni siquiera soy capaz de dar el pésame, me siento intrusa en el dolor de los demás.
.un muáh, mi creador de sueños ;]
Uffffff, que buen cierre. Felicitaciones amigo.
Un saludito cordial,
Hasta pronto encantada de leerte.
Muy buen relato.
La verdad que comprendo al médico, a mí me pasaría lo mismo.
Un abrazo
Genial Amigo, creo que a mi me pasaría lo mismo. Y es que dar esa noticia no debe ser fácil para nadie. Tal vez no sea el sentimiento adecuado para este relato pero me ha causado mucha gracia, en definitiva un pequeño circo para evitar ver las caras desencajadas de la muerte.
¿Polidori será esa clase de médico? jaja (chiste Polidori, no te enojes).
Un gran abrazo
un genio el médico, de esos así tan humanos no tengo el placer
excelente relato!
me mantuvo en tensión hasta el final, esperaba cualquier otra cosa...
en el fondo me arrancaste una sonrisa al pensar en los seres humanos y como somos y reaccionamos ante determinadas circunstancias
beso grande
jejejeje...eso es lo que se conoce como diplomacia! jejej...pobre mujer! me ha hecho gracia lo de "ella dice que no tiene estudios para determinar eso" en relación a si sabe si respira!
Tu texto me ha despertado una sensación de admiración y ternura. Ejercer la medicina en esas circunstancias debe requerir una gran vocación y una infinita paciencia.
te dejo un abrazo!
Demasiado largo el texto para mis ganas de leer, je, je, vengo de tomar unas copas y no estoy animado para leer. Tan solo pasaba por aquí a dejarte mis saludos y mis fuertes abrazos.
PD: Ya sabes que además a mí me gusta lo breve. Prometo pasar en otro momento más oportuno.
que triste
Hola, Arwen.
Gracias, eres muy generosa conmigo. No he recibido aún el cartel, pero seguro que me llegará.
Besos. El Meme que me has lanzado te lo contesto en tu blog, jajajaj... Espero que Susurros Mortales no se enfade, que todavía le debo uno.
Hola Onminayas,
Todo un honor.
Me he quedado... en silencio, de verdad, he estado un momento sin saber que decir, o escribir, mejor dicho.
Muchas gracias, es muy emocionante que te acuerdes de mí con un relato tan extraordinario. Me has dado mucho que pensar.
Un cálido abrazo.
John W.
Hola, Verónica.
Existe todo un compendio de normas y consejos sobre el arte de dar las malas noticias. De hecho era parte de una de las asignaturas en mi carrera.
Luego, como todo en la vida, se topa de cara con la realidad. Y todo cambia...
Besos.
Hola, Katy.
En cuanto al asesino, este es un caso típico para que lo resuelva el Inspector Jáimez: igual me lo pienso, jajajaj...
Besos.
Hola, Sol.
Tú lo has dicho: todo depende de la sensibilidad de la persona. No tiene nada que ver con su profesión.
Besos.
Hola, Perikiyo.
No me tires de la lengua, jajajaja...
Besos.
Hola, Elena.
El pobre hombre no sabía como resolver aquel cuadro. Tampoco la hija le ayudó mucho.
Besos.
Hola, Daniela.
¿No es la vida, a veces, un poco absurda en sí?
Besos.
Hola, Felix.
Dónde tú ves una virtud, yo sólo veo un defecto: porque no sé salir de este esquema. Y a veces me gustaría.
Gracias; un abrazo.
Hola, Astrid.
Tengo un sentimiento encontrado al recibirte: me alegra mucho por un lado, y me apena al no poder devolverte la visita.
Muchos besos. Espero que te encuentres bien.
Hola, Pluma.
Me alegra mucho que te gustase.
Besos.
Hola, Magia.
Empatizar en estas situaciones es muy fácil: a nadie nos agrada dar malas noticias.
Besos.
Hola, Fher.
Yo también espero que Polidori no se enoje conmigo: se lo he dedicado con toda la admiración del mundo. Y sí, tienes razón, el relato puede provocar sentimientos muy dispares.
Un abrazo.
Hola, Vir.
Médicos como este se cuentan por miles: te lo puedo asegurar. Sólo que estamos acostumbrados a que nos coloquen las malas noticias. Lo positivo nunca tiene cabida en un periódico.
Besos.
Hola, Neo.
La frase en sí es muy habitual, y se suele dar por falta de responsabilidad. En este caso no fue así, y sólo era por una negación de la evidencia.
Besos.
Hola, Ladrón.
Pues me alegra que te diviertas, jajajaj...
Un abrazo.
Hola, Mamuma.
Cosas que pasan...
Un abrazo.
Hola, Polidori.
Se coló tu comentario mientras respondía los que ya había. Siempre os repetiré lo mismo, pero realmente el placer es mío al recibiros.
Un abrazo.
En estos casos lo mejor es ser practico, ceñirte al hecho comunicarlo y dar el espaldarazo ... sin mayores conatos de tragedias, ni de lastima. Frio seco y directo.
Digo yo ...
Saludos
Tu que piensas?
Hola, Fete.
Una opción tan válida como otra. Yo, si quiero ser objetivo, no puedo pensar. Porque soy juez y parte.
Un saludo.
Un relato Excelente ONMI.
Dar éste tipo de noticias, No es nada grato,
Pero es evidente que preparó con mucha delicadeza el camino a su hija, pobre niña.
Al margen o no, de la sensibilidad del Doctor.
Gracias amigo,
Mil Besos siempre.
Una situación embarazosa...la verdad es que resulta muy difícl comunicar las malas noticias.
Un beso.
No sé... Hay un comentario que me chirría de Onminayas a Elena:
"El pobre hombre no sabía como resolver aquel cuadro. Tampoco la hija le ayudó mucho".
Uff..., voy a contar hasta 10... pues no sé si debo decir todo lo que me está atravesando las tripas o callarmelo, de verdad!
...........
(No se me pasa... Mejor me callo)
Abrazo
A tenor de la dedicaroria, esperaba que en cualquier momento, la hija, escondida en la esquina, dibujara una sonrisa vampiresca.
Dilatar la certeza de una mala noticia, permite un respiro entrecortado, pero nunca, nunca la tranquilidad del miedo enfrentado.
La verdad duele siempre, incluso tarde.
Por si ya no fuera obvio, me ha convulsionado.
Una sonrisa
Inmenso de bello tu texto tu blog saludos desde mi lejos
Inmenso de bello tu texto tu blog saludos desde mi lejos
Como siempre, me descolocas, me desconciertas.
Me haces sonreir, pensar, reflexionar...
Me encantan los finales inesperados, no me gusta lo previsible. Y tú consigues una vez más sorprenderme.
Gracias por compartir tus sueños, tus historias, por ser como eres en definitiva.
Un beso, soñador.
Y para que quede patente el poder omnipotente de las comas:
Un beso soñador. Muak.
Un médico muy humano. Me has cautivado con todos los pormenores de los utensilios y las rutinas médicas. Formidable. Un abrazo.
A mi me ha parecido genial la manera de dar la noticia, ademas como le das una noticia asi a una persona que no es capaz de diferenciar entre un hombre dormido y un cadaver xD. Me ha gustado el metodo de este doctor jajaja
Besitos.
Como siempre, impecable relato :)
Excelente modo de escaquearse.. jajaja... hay verdaderos expertos en ello, !si señor¡ de todo tipo.
Y tú eres un experto de tus relatos... ya lo sabes!
Besos desde el abismo
Hola Onmi!! Buen relato, con un remate acorde a la narración. Qué fea esa parte que le toca al médico. Me costaría muchísimo.
Besossss
Yo tampoco tengo palabras justas para... felicitarte, y seguro que me quedo corto.
Ingenioso. Has colocado (en mi cabeza) a la hija en el papel de asesina desde el principio, y pensé que lo único que debía esperar era... a la policía, jejj. Esa chica insensible hubiera sabido hacerlo mucho mejor (al menos eso, claro).
Personalmente creo que algo ocurre con esta asignatura (o parte de ella) en la sanidad. No se si se da mal, se recibe mal, se evalúa insensiblemente, o es que se olvida pronto. Tal vez debiera dejarse pendiente y ser evaluada el día de la jubilación del profesional, en un congreso de pacientes... así sería efectiva, desde el primer día hasta el último.
Abrazos, Onminayas.
¡Vaya!, por un momento casi me senti en esa habiatacion, aunque yo he topado con dos médicos que no tuvieron reparo en decir las cosas claras, y no quiero decir que lo hicieran mal, al contrario, tambien es verdad que mi vision del momento era totalmente realista.
Besinos solete.
Hombre si lo miras desde el lado del médico... Yo me pongo en el de la hija y preferiria que me lo dijesen claramente... De todas formas, no me hagas mucho caso, este texto me trae malos recuerdos.
Un abrazo fuerte!
La verdad... me atrapó! Toda la actuación para no dar la mala noticia...muy bueno! Felicitaciones!!!!!
Un abrazo
Hola, he aquí mi primera visita a Las Palabras Insolentes. Felicitarte por tu microrrelato, como tu mismo lo clasificas. Por lo que veo, parece que hay madera de escritor ¿no? Pues a sigue así.
Leeré, en ratos perdidos, otros tantos microrrelatos de los que por aquí hay.
Decirte que foto que pones me recuerda aquellas que había en algunas consultas años atrás (pero esta modelo es bastante más guapa que la que aparecía en la foto que digo)
Saludos.
Hola, Silencios.
Sin duda son momentos en los que hay que tener mucha sensibilidad.
Besos.
Hola, Arantza.
Es todo un arte, no te quepa la menor duda. No todo el mundo sirve.
Besos.
Hola, Geles.
Lo hablamos fuera, si tu quieres, jajajaj.. Es más obvio de lo que parece.
Besos.
Hola, Iliamehoy.
Buena tu aportación... No había caido, porque hubiera sido una buena dedicatoria para el amigo Polidori.
Besos.
Hola Recomenzar, y bienvenida.
Te agradezco tus generosos halagos.
Besos.
Hola, Elena.
Siempre me abrumas con tus comentarios... Y con tus finales, que tampoco dejan de sorprenderme.
Un beso chocolate.
Un beso, chocolate.
Hola, Sechat.
El mundo de la sanidad es muy hermoso; pero muy desagracido también a veces.
Besos.
Hola, Susurros.
Seguramente hubiese sido un genial diplomático.
Besos.
Hola, Fosca.
Siempre tuve muy buenos maestros, como tú.
Besos.
Hola, Abismo.
En cierto modo tienes razón; pero era la forma de ser del pobre hombre.
Gracias por la parte que me toca.
Besos.
Hola, Gabi.
Te enseñan en la carrera a ello. Aunque de la teoría a la práctica siempre va un mundo.
Besos.
Hola, Buscador.
Vaya, no eres el primero que esperaba un relato con asesino. Me lo apuntaré para la próxima entrega.
En cuanto a la asignatura a la que te refieres, entiendo que es la ¿humanidad?. Bueno, en todas las profesiones cuecen habas. Pero ciertamente en la sanidad se debe ser bastante más sensible a todo tipo de temas. Aunque esto va implícito en la persona, y no existe ninguna asignatura que te lo inculque.
Un abrazo, Buscador.
Hola Mar, y bienvenida a la reunión.
Pues considerate en tu casa, y sírvete lo que más te apetezca para merendar.
Besos.
Onminayas lo que son los modismos del idioma vos empezastes el relato con el padre encamado jajaja aquí no es estar en cama precisamente sino teniendo sexo ajjaaj y yo me dije pobre viejo murió de placer jajaja
Nada con este relato me haces pensar cuando me toque dar esa noticia vaya creo que lo voy a hacer directamente y con tacto, muy bueno el relato!!!!
Saludos!!!
Noe
Jajajajaj, que bueno... Los giros y las acepciones de un vocablo en función de dónde se utilice ciertamente puede llevar a confusos divertidos.
Hubiera sido la tuya una mejor muerte para el pobre hombre, sí.
Besos, Noe.
Impresionante relato, aunque el medico deja mucho q desear, no se puede jugar con la esperanza de nadie, cuando ya nada es posible.
Besos
Un buen relato, me ha gustado mucho , a veces nos escaqueamos de las cosas que no son mas dificiles si , pero bueno al final o las dices o lo hacen por ti jeje. Un saludo, he terminado la historia asi que si te apetece pasate para descubrir el final
Onminayas, juraria que habia dejado un comentario por aqui, lo mismo lo pense y no lo hice, o si no lo se ¡dime algo por dios que me estoy poniendo palla de tanto comentario que ya no se ni donde los dejo!
Besinos.
Por amor de dios...donde queda la psicología en todo estoooooooooo.......
Asignatura pendiente??
Besines, niño.
Genial historia, como siempre. Es duro dar malas noticias, no envidio a los médicos, policías, bomberos o enfermeras/os que tienen que hacer frente a tales circunstancias. Pero tu médico no resulta nada profesional ni humano ¡dejar allí a un familiar con una mínima esperanza y delegar la responsabilidad en otros! No, no está nada bien.
Un abrazo enorme
Hola, Fabia.
Es una situación difícil, la verdad; difícil para el receptor pero también, como no, para cualquier emisor con un poco de humanidad.
Besos, Fabia.
Hola, Monik.
Este texto puede provocar emociones encontradas; sin duda alguna.
Besos.
Hola Eliane, y sé bienvenida.
Así fue realmente: toda aquella parafernalia, como tú bien dices, fue para evitar dar aquel mensaje tan poco grato.
Besos.
Hola, Gara.
El médico no actuó con mala fe: era sólo un problema personal. Pero entiendo que sea difícil valorarlo desde fuera.
Besos.
Hola, Amnesia.
Ahora sí que has terminado la historia... Lo de antes fue como almorzar sin tomar el postre, jajajaj...
Besos.
Hola, Fabia.
Tienes toda la razón del mundo: como ya te he dicho en tu blog tuve un error y no publiqué no sólo el tuyo si no tres comentarios más ( te dije cuatro, pero el último estaba recien lanzado)Eran los de Monik, Eliane y el tuyo propio. Os pido perdón a las tres.
Gracias, Fabia. Besos.
Hola, Loose.
Como habrás leido al principio del relato, la acción transcurre hace unos 25 años... De la teoría a la práctica dista un mundo, y además ha llovido mucho desde entonces.
Besos.
Hola, LaMar.
Si has leido otros comentarios habrás observado que este relato, como ya he dicho anteriormente, ha provocado sentimientos muy entontrados entre todos vosotros. Yo, particularmente, soy partícipe de tu opinión. Pero la mía no cuenta, por motivos que pueden resultar muy obvios.
Besos.
No hay nada que perdonar Onminayas, ¡me tranquiliza saber que no estoy perdiendo la cabeza!, para mi sigues siendo un Sol aunque no respondas ¡ si te voy a seguir hasta jupiter si hace falta!
Besinos dulces.
Gracias, Fabia.
Si resplandezco algo, es por la luz que me transmitís los amigos como tú. Poco sería sin vosotros.
Besos.
este escrito es genial, que manera de reirme..... te abrazo
Me alegra que te divirtiera tanto, Abuela.
Un abrazo para ti igual de sentido.
Y muchos besos.
Relato de intriga hasta el final, pero creía que iba de algún asesinato. Interesantísimo y muy bien documentado.
Yo soy partidaría de que, las malas noticias, cuanto antes, mejor.
Un placer leerte ¡
Hola, Marea.
Como parece que algunos más además de ti se han quedado con las ganas de algún asesinato, pensaré en preparar para alguno de los próximos post una nueva entrega del Inspector Jáimez, que parece gustó tanto la primera vez que lo presenté en sociedad.
Besos. Un placer tu visita.
jajaja....perdón, pero tengo un humor algo particular y el final me generó gracia, esa gracia macabra....que para muchos...es mejor contener y no exteriorizar.
un gusto visitarte.
saludos
atte. manu
muy bueno.
Y me atrevo a decir que a muchos nos pasa, no? Es complicado decir las cosas feas. A veces nos es tan complicado, que preferimos dar un paso al costado con tal de decirlas. Como si por que se dijeran más tarde, podrían volverse mejores...
Menudo regalo para esta mañana de viernes.
Que bueno es tu relato.
De concurso y de ganarlo.
Saludos.
Te deseo muy buen fin de semana Onminayas, en el insolente nombre del silencio... :D
Besos.
Arwen
Genial, me ha encantado.
A mi me gusta que me digan la verdad, aunque sea mala.
Besosssssssss
silencio entierro :)
jajaja que tipo ese medico!!
un fonendoscopio es un estetoscopio!! wow no sabía, como cambian los terminos d un
continente a otro xD
me encantan esas situaciones graciosas con respecto a la muerte q a veces se te ocurren :)
Pd. aaaah claro le dedicas posteos a ESA ¬¬ jajaja !
me encanta Polidori, son geniales los dos
un besote
:)
Por desgracia esta profesión tiene su lado negativo, cierto es que el dolor es imposible de eludir,ante algunas situaciones, pero hay quienes tiene esa sutileza, que emanan consuelo con un simple gesto. Este doctor solo hizo la cama junto al enfermero,solo a la inocente chica quedaba averiguar lo que aconteceria en breve...
Es muy dificil dar una mala noticia!
Que bueno eres!
Muaks.
Hola, Manu.
No hay nada que perdonar: ya digo que el relato parece haber tenido la habilidad de provocar diferentes estados de ánimo; y es normal.
Un saludo.
Hola, Canela.
Muy cierta tu reflexión. Indudablemente las cosas más agradables son siempre más fáciles de digerir; y por supuesto de compartir.
Besos.
Hola, Toro.
Pues siempre un honor tu visita; y más pude contribuir a que tu mañana de viernes fuese un poquito más breve.
Un abrazo.
Hola, Arwen.
Gracias por tu deseo. Yo contribuiré, deseándote en voz baja un feliz domingo.
Besos.
Hola, Nefertiti.
Una mentirijila piadosa, de vez en cuando, tampoco viene mal. Aunque éste, evidentemente, no era el mejor momento.
Besos.
Hola, Charlie.
Es el mismo utensilio: yo siempre he preferido llamarlo fonendoscopio. De todas formas a aquel pobre hombre le hubiese dado igual.
Polidori es un gran maestro de la prosa, por supuesto; igual que tú lo eres engarzando versos.
Besos, Charlie.
Hola, Alalba.
Hay asignaturas que te enseñan a ello, pero es obvio que hay que tener habilidad para manejar estas situaciones tan comprometidas.
Buena eres tu, Alalba, que nos permites bañarnos en tus cálidos versos.
Besos.
No quiero decir nada, PERO ......
Estamos cansados,
Vagos,
aburridos,
sin musas,
Triste,
¿Cómo estás, amigo?
Necesitas recargas para la pluma ¿ ?¿?
Mis besos siempre, y Mil gracias
PERO VAMOS, VAMOS, VAMOS....
COMO PUDO ESTE MÉDICO HACER ESTO, PERO POBRE HIJA HUERFANA QUE LE IMPORTA UN BLEDO QUE MUERA SU PADRE Y QUE CUIDA DE SU MADRE EN SILLAS DE RUEDASSSSSSSSSS
COMO UN MÉDICO PUEDE DEJAR A UNA MUJER ASISS
DOS HORAS ESPERANDO, PARA QUE DESPUES TENGA QUE VOLVER A AVISARRR
Y TU CON EL, SIN INMUTARTEEEEE
MIRA, MIRA, MIRA...
NO TE DIGO NÁ
UN BESO PERO MU CHICO, QUE HOY TE DOY MÁSSSS
Onminayas san , tadaima ...( ya llegue )
Un relato delicado , dar malas noticias ... vaya labor , yo prefiero la verdad amarga , cruda y real , las mentiras piadosas y melosas no conducen a nada .
Que importante es poder y saber dialogar , siempre llega ese momento "soltar " esa verdad ...
Le dejo un cálido abrazo
Y Buen inicio de semana .
Rosna
Pd : creo que tiene razón estoy sufriendo de Tiitis Aguda .... tengo que comprar dos baberos (-_-)
Arigato por estar .........
Magnifico relato.
No todos los corazones soportan dar esa clase de noticias pero reconozco que en este caso es un poco inhumano prolongar dos horas la angustia de esa chica.
Repito, muy bueno.
Un beso
Hola, Silencios.
Has barajado todas las opciones posibles, y has conseguido un pleno. Tienes un sexto sentido para desnudar almas.
Besos.
Hola, Casera.
En aquellos tiempos uno veía, oía y callaba. Las cosas han cambiado, afortunadamente. Aunque aquella historia, también tenía su porqué.
Besos.
Hola, Rosna.
Jajajajaj... Habrás comprado seguro un babero supergigante para ti.
Besos para todos vosotros.
Hola, Gala.
Es una situación compleja; pero seguro que habría muchas otras formas de haberla concluido mejor.
Besos.
Curioso relato, Onminayas. Un poco inmaduro el médico. Perdona que no pase desde hace tiempo tan a menudo por tu blog, pero he tenido algunos problemillas que ocupan casi todo mi tiempo, y que todavía estoy resolviendo.
Muchos besos para ti.
Pues sí, igual que leo aquí en algún comentario, no sé si reirme o si llorar. Es un relato que, como tú has dicho, provoca sentimientos muy diferentes.
Un besito.
Hola, Alejandra.
Siempre me agrada tu visita, pero prefiero que arregles antes esos problemillas aunque eso signifique tu ausencia.
Besos.
Hola, Amanecer.
Así es: como cualquier situación que nos sorprende y a la que nos enfrentamos en la vida, puede generar en nosotros distintos sentimientos.
Besos.
¿De dónde sacas el tiempo para corresponder los comentarios?
Yo leería tus historias aunque no me dedicaras una sola palabra, son buenas.
Y tienen un trasfondo de fina ironía, una risa sutil que las convierte en delicadas.
Hoy me han tocado en suerte un montón de buenos relatos,,, me preguntó si yo lograré trasmitir tan bien como vosotros.
Un abrazo
Me alegro que me haga esa pregunta... jajajajaj... Bromas aparte es una buena pregunta, Mimí, que a diario yo también me hago. La verdad que exprimo la naranja del tiempo para sacar el zumo que ya no tiene, y asi intentar corresponderos. Es algo con lo que disfruto; mucho más que escribiendo el propio relato. Aunque a veces me cueste la siesta o recortar un par de horas al descanso nocturno.
Eres una persona muy inteligente, Mimi, y te admiro. Este sentimiento viene de largo, desde mi anterior blog, que tuve que cerrar, pero a través del cual nos conocimos. Entonces mantuvimos algunos privados en windows un tanto especiales. Seguramente no te acordarás... Después descubrí que estabas en blogger, y te seguí. Será, por tanto, que sí que me transmites algo...
Besos, Mimí. Gracias por estar.
Me han quedado palabras en la boca, un vacío verbal.
Solo agrego que creo que olvide pestañear.
Me pregunto si la hija de no ser real-es decir un alma, algo imaginario, un demonio tal vez-, lo que hubiese llamado a esos hombres hasta aquel lugar habría sido algun tipo de instinto humano-mágico. Pero bueno, eso quizás tu lo sabes o quizás nadie.
Témpera a ti, Onminayas.
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