Al amanecer he despertado, incomprensiblemente, menguado a la perfecta altura de cuatro años de edad; y sopesando la vida desde este menoscabado punto de vista, he decidido no volver a crecer jamás. Voy a quedarme plantado en esta justa medida, la de un Peter Pan enano, y volveré a retomar mi existencia desde su origen como un natural dogma de fe. Recitaré a destiempo la tetralogía escatológica universal, exigiré la cara oculta de la luna a sus Majestades de Oriente, aguardaré tumbado la visita del Ratón dentista, y jamás volveré a dudar de la grandiosa omnipotencia de mis tutores. Revisitaré los clásicos de mi infancia, sin cuestionarme con razonamientos lógicos por qué ningún enano llegó a tirarle los tejos a Blancanieves, o cómo la Bella Durmiente pudo soportar la misma ropa interior durante varios años. Seré un inconsciente imberbe, un egoísta sin responsabilidad. Atrás quedarán hacienda, el jefe y las facturas del móvil. Os dejo la madurez para vosotros...
P.D. Perdonadme tanta ingratitud. Pero es que he dejado de fumar, no puedo tomarme una maldita cerveza, hace meses que no visito el cine y sólo trasnocho en mi sofá. La crisis se ha cebado con maldad en mi cartera, y ya sólo me da crédito la imaginación. De momento...