Foto: Córdoba, Cristo de los Faroles
SILENCIO (I)
¡Qué sola está Córdoba
sin ti, Amor, esta noche!
No quisieron las estrellas
de mis ojos, escapar
y bañar esos mil nombres
que surgían de mis labios
para invocarte, mi diosa.
Y no quisieron mis manos,
las que acarician la esencia
a tu paso, moldearte
en un pequeño silencio,
tan pequeño como yo.
¡Ay, no quisieron! No quiso,
el poeta, no olvidar
el olvido nunca eterno.
Ese olvido hecho pan nuestro:
pan mío en cada día.
.
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